- 11 de mayo de 2021

Marta relató el peregrinar junto a su madre en busca de información sobre el estudiante; en tanto Nora declaró como sobreviviente ya que fue secuestrada también y estuvo cautiva en el Pozo de Quilmes.
Marta y
Nora úngaro, hermanas de Horacio, uno de los estudiantes de secundaria
desaparecido en La Plata en 1976 durante el hecho conocido como La Noche de los
Lápices, reclamaron justicia y cárcel efectiva para los represores, entre ellos
el jefe del centro clandestino donde fue asesinado el adolescente, que
actualmente goza de prisión domiciliaria.
"Se
nos fue la vida tratando de sobrevivir, buscando justicia", dijo Marta
úngaro y agregó: "quiero pedir el cese de la prisión domiciliaria de Juan
Miguel Wolk; que vuelva a la cárcel efectiva, es el pedido que le hago a los
jueces, que saben la dilación que tuvo este juicio y cuando la justicia tarda
no es justicia para nosotros".
Marta
declaró ayer junto a su hermana Nora ante el el Tribunal Oral Federal 1 de La
Plata que desde octubre juzga a 17 represores, entre ellos Miguel Etchecolatz,
Jorge Bergés y Wolk, por los delitos cometidos contra casi 500 víctimas
alojadas en los centros de Pozo de Banfield, Pozo de Quilmes y El Infierno, en
Lanús.
Marta
relató el peregrinar junto a su madre en busca de información sobre el
estudiante; en tanto Nora declaró como sobreviviente ya que fue secuestrada
también y estuvo cautiva en el Pozo de Quilmes.
"Los chicos
tenían número de expediente, un número de hábeas corpus, pero no eran un
número, tenían sueños y proyectos de vida, eran muy solidarios y tenían un
denominador común: querían una Patria más justa", recordó Nora úngaro.
La mujer,
que en varios tramos de su declaración se quebró y sollozó, dedicó parte de su
testimonio a recordar cómo era su hermano y los otros adolescentes que fueron
secuestrados el 16 de septiembre de 1976 por reclamar por la implementación del
boleto estudiantil.
Nora relató
que "los chicos eran militantes de la UES, que era la expresión del
peronismo en las escuelas", y destacó que asumieron la lucha por el boleto
estudiantil pese a que ellos no lo necesitaban.
"Eran
muy solidarios, daban hasta los pulóveres que tenían puestos si veían que
alguien los necesitaba", graficó y le preguntó al Tribunal: "Díganme
en qué artículo de la Constitución está dicho que se tiene que condenar a
alguien que quiere una Patria justa, libre y soberana?, en qué lugar de la
Constitución dice que no podemos militar, que somos ´grasa militante´, que
sobramos?".
"Han
pasado 45 años, esto tiene que ser un Nunca Más de verdad; no es venganza, es
justicia lo que reclamamos", agregó Nora.
Nora Ungaro
fue secuestrada el 30 de septiembre de 1976. Tras esposarla y vendarle los
ojos, fue trasladada primero al Cuerpo de Caballería de La Plata y de allí al
Destacamento Arana, donde fue torturada con picana eléctrica.
"Además
de arquearse el cuerpo por la electricidad, el dolor es intenso, quema, se
siente el olor a carne quemada, y uno se ahoga en su propios gritos; era
denigrarte, me decían ´no vas a parir un hijo en tu puta vida´", contó.
En su
estremecedor relato, Nora reveló que luego de torturarla y mientras sangraba
era "manoseada" por los represores: "¿Qué calificativo le damos
a esa gente? Animales, no, porque soy veterinaria y los animales dan amor y
solidaridad todos los días. ¿Quién hace esto?, ¿quién los formó?, ¿quién les
permitió hacer esto?".
Su hermana
Marta úngaro, que declaró después, mostró el boleto estudiantil que Horacio
había obtenido en 1975, beneficio suspendido tras el golpe militar y razón por
la cual los estudiantes secundarios se movilizaron.
"El delito (cometido contra su hermano Horacio) es permanente, hasta que no se lo encuentre, el delito se sigue perpetrando, la desaparición forzada es continua", reflexionó Marta y finalizó citando unas palabras del poeta Pablo Neruda: "Para los que con sangre salpicaron la tierra pido juicio y castigo. Treinta mil detenidos desaparecidos presentes, ahora y siempre".
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