- 10 de marzo de 2021
Un sobreviviente del centro de clandestino de detención y exterminio de Avellaneda, “El Infierno”, prestó testimonio en la audiencia del juicio unificado por delitos de lesa humanidad cometidos en este centro y en el Pozo de Banfield y Quilmes.
En la
audiencia de ayer declaró Miguel Angel Prince, caso por la Brigada de Lanús con
asiento en Avellaneda durante los días finales de agosto de 1976.
El
Tribunal Oral Federal (TOF) 1 de La Plata -integrado por Walter Venditti,
Esteban Rodríguez Eggers y Ricardo Basilico- juzga a 18 represores por las
torturas, homicidios y ocultamiento de menores en perjuicio de casi 500
víctimas alojadas en tres centros clandestinos de detención durante la última
dictadura cívico-militar.
Son
juzgados, por los delitos cometidos en el Pozo de Banfield y el Pozo de
Quilmes, el ex ministro de Gobierno bonaerense durante la dictadura, Jaime
Smart; al ex director de Investigaciones de la Policía bonaerense, Miguel
Etchecolatz; el quilmeño ex médico policial Jorge Antonio Bergés; Federico
Minicucci; Carlos María Romero Pavón, Roberto Balmaceda y Jorge Di Pasquale.
También son juzgados Guillermo Domínguez Matheu; Ricardo Fernández; Carlos
Fontana; Emilio Herrero Anzorena; Carlos Hidalgo Garzón; Antonio Simón; Enrique
Barré; Eduardo Samuel de Lío y Alberto Condiotti. Por los crímenes de lesa
humanidad cometidos en “El Infierno” también están imputados Etchecolatz,
Berges y Smart y el ex policía Miguel ángel Ferreyro.
EL JUICIO
El juicio
comenzó el 27 de octubre pasado y se extenderá por varios meses. El Tribunal
Oral Federal (TOF) 1 de La Plata -integrado por Walter Venditti, Esteban
Rodríguez Eggers y Ricardo Basilico- juzga a 18 represores, entre ellos
Etchecolatz , Juan Miguel Wolk y el médico policial Jorge Berges, por cerca de
500 delitos de lesa humanidad cometidos en los centros clandestinos de tortura,
detención y extermino conocidos como el Pozo de Banfield, el de Quilmes y El
Infierno de Avellaneda.
En la
segunda audiencia, el represor Miguel Etchecolatz se negó a ser indagado por un
tribunal civil. “Necesito que me interroguen los jueces que estaban en
ejercicio de sus funciones en ese momento; es decir la justicia militar”,
sostuvo. “Sigue sosteniendo la teoría de los dos demonios”, advirtieron desde
HIJOS Lomas de Zamora.
En
tercera, se transmitió el testimonio grabado de Adriana Calvo y Cristina
Gioglio, sobrevivientes de la dictadura que también fallecieron; en la cuarta
se escuchó el desgarrador relato de Nilda Eloy.
El 24 de
noviembre, en el marco de la quinta audiencia, el represor Ricardo Fernández
-imputado del secuestro de 350 personas, cuatro homicidios, dos abusos sexuales
y la sustracción de seis menores- se negó a ser indagado por la Justicia
federal de La Plata. “No tengo nada que declarar”, dijo Fernández vestido con
un pijama azul, ya que cumple prisión domiciliaria.
En la
audiencia del 1 de diciembre, especialistas del Equipo Argentino de
Antropología Forense revelaron que hay más de un centenar de cuerpos enterrados
como NN que no se pudo identificar, por lo que pidieron a personas que buscan
familiares desaparecidos de esa época que concurran a extraerse muestras de
sangre.
Más tarde,
María Isabel Chorobik de Mariani, conocida como “Chicha” y fallecida en el 2018
sin haber podido reencontrarse con su nieta Clara Anahí, apropiada en 1976,
volvió a dar testimonio de su lucha a través de un video.
En el
marco de la octava audiencia, se escuchó la declaración testimonial de contexto
de la historiadora e investigadora del Conicet Victoria Basualdo, sobre la
participación empresarial durante la última dictadura cívico-militar. “Hay
casos concretos donde las empresas acompañaron y fueron co-responsables de los
procesos represivos”, advirtió.
El
periodista Horacio Verbitsky dio detalles, en la audiencia siguiente, sobre la
responsabilidad empresaria en los secuestros de trabajadores de la fábrica de
calefones Saiar, de Quilmes, durante la última dictadura cívico militar. Dio
detalles sobre la responsabilidad de la patronal en el secuestro de
trabajadores. Esta información fue investigada por el periodista, que escribió
una nota al respecto hace 29 años y luego incluyó esa información en un libro,
titulado “Cuentas Pendientes”, que aborda el tema de la complicidad empresarial
con el terrorismo de Estado.
En la
décima jornada se escucharon las declaraciones de contexto de María Sondereguer
y Alejandra Paolini, sobre violencia de género en el Terrorismo de Estado. En
la jornada siguiente, en tanto, se expusieron las pericias realizadas en El
Infierno de Avellaneda.
La
duodécima audiencia, el Tribunal Oral Federal 1 de La Plata escuchó el
testimonio de Laura Franchi, sobreviviente, y sus hijas María Laura y Silvina
Stirnemann. Ella estuvo detenida en el Pozo de Banfield durante los años de
plomo pero luego fue trasladada a un penal. “Un médico me tomaba el pulso y
decía lo que había que hacer y lo que no había que hacer (durante las
torturas)”, recordó. Su pareja fue asesinada y permaneció en condición de
desaparecido hasta 1994, cuando sus restos fueron hallados en el cementerio de
Lomas de Zamora.
En la
reanudación del juicio, el 2 de febrero, fue Stella Segado quien expuso sobre
el funcionamiento y la estructura de la inteligencia de la última dictadura y
detalló las particularidades de ese entramado en territorio bonaerense, donde
funcionaron los tres centros clandestinos de detención y exterminio de Lomas de
Zamora, Quilmes y Avellaneda.
La
audiencia 14 contó con la palabra de Stella Caloni, quien brindó un testimonio
de contexto sobre el entramado represivo latinoamericano del Plan Cóndor.
El 23 de
febrero declaró Jorge Nadal, sobreviviente de centros clandestinos de detención
y a quien le llevó 30 años recuperar a su hijo apropiado. “El plan sistemático
de los genocidas no se conformó con nosotros y fueron por nuestros hijos; a mi
hijo Pedro Luis lo busqué 30 años y mi otro hijo, Carlos Alberto, tuvo secuelas
en su salud, todo este desquicio derivó en un trastorno psiquiátrico”, relató
Nadal.
En la
siguiente audiencia fue Lidia Biscarte la sobreviviente que declaró y reclamó a
la Justicia que sean encarcelados los responsables de tortura, violación y
homicidio. “Esto que relato no es una novela, es un dolor muy grande y mis
compañeros (de cautiverio) no están para defenderse, por favor, usted está ahí
para hacer justicia”, le dijo al titular del Tribunal.
Ayer, la
audiencia 17, expuso Miguel Angel Prince, caso por la Brigada de Lanús con
asiento en Avellaneda durante los días finales de agosto de 1976, pero también
los jueces escucharon otro testimonio que no se hizo público.
LOS
CENTROS CLANDESTINOS DE DETENCIóN Y EXTERMINIO
El Pozo de
Banfield funcionó bajo la órbita de la Brigada de Investigaciones de Banfield
en las calles Siciliano y Vernet de Lomas de Zamora, desde 1974 hasta al menos
octubre de 1978, según testimonios de los sobrevivientes. De las 253 personas
que fueron allí torturadas, 97 permanecen desaparecidas y al menos 16 son
mujeres que dieron a luz en la maternidad clandestina.
El Pozo de
Quilmes funcionó en la Brigada de Investigaciones de Quilmes, y en él a los
detenidos se los sometía a torturas con picana eléctrica, submarino seco y a
simulacros de fusilamiento y también eran víctimas de violencia sexual. Pasaron
por allí 183 víctimas.
El Infierno de Avellaneda fue un centro de detención que funcionó en el lugar que por entonces era la Brigada de Investigaciones de Lanús, dependiente de la Dirección General de Investigaciones que dirigía el genocida Miguel Etchecolatz y funcionaba bajo la órbita del entonces jefe de la Policía bonaerense, Ramón Camps.
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