- 21 de septiembre de 2022

Este caso sobre trata de personas con fines de explotación laboral, se conoció a partir de que el Juzgado de Garantías Nº7 de Berazategui.
El
Juzgado Federal de Quilmes, investiga el caso de un hombre que llegó de la
provincia de Corrientes para trabajar y fue contratado en una finca familiar
ubicada en el Parque Pereyra Iraola, en Berazategui, donde lo sometían a
realizar trabajos forzados sin posibilidad de ningún descanso, percibiendo una
escasa remuneración que debía utilizar para vivir en una pequeña casilla sin
ningún servicio. Dado que controlaban sus movimientos, la víctima logró
denunciar su situación cuando huyó del lugar y acudió a una salita de primeros
auxilios de Berazategui.
Este
caso sobre trata de personas con fines de explotación laboral, se conoció a
partir de que el Juzgado de Garantías Nº7 de Berazategui, a cargo del juez
Gustavo Alejandro Mora, declinó su competencia y solicitó su intervención al
Juzgado Federal de Quilmes, el cual lo rechazó porque entendió que se estaba frente a la posible
comisión del delito de reducción a la servidumbre u otra condición análoga. En
los últimos días, la Corte Suprema de Justicia de la Nación, resolvió que
resultaba competente para continuar con las actuaciones el Juzgado Federal de
Quilmes, al que ordenó remitir el expediente.
TRABAJO
FORZADO, EXPLOTACIóN LABORAL Y ENGAñO
De
acuerdo a lo que se conoció, O., oriundo de la provincia de Corrientes, habría
llegado a la provincia de Buenos Aires para trabajar en una quinta de la ciudad
de Mar del Plata. Desde allí se trasladó a otra de Berazategui para sembrar y
cosechar tomates, donde conoció a una mujer que le habría ofrecido trabajar en
su finca familiar, ubicada en el Parque Pereyra, de la misma localidad, con la
promesa de una remuneración diaria por su labor o una equivalente al cuarenta
por ciento de la producción, que nunca habría sido cumplida, pues sólo habría
recibido una ínfima suma cada dos semanas de trabajo.
Según
la denuncia, O. tenía que “carpir, sembrar, cosechar, cargar cajones de verdura
para la venta, y otras tareas de mantenimiento de un predio de seis hectáreas,
desde las seis de la mañana hasta las tres de la tarde, aproximadamente, sin
posibilidad de interrumpir la actividad para un descanso.
Con
respecto a las condiciones de alojamiento, el denunciante, que se hallaba en
condiciones de extrema vulnerabilidad, relató que residió en el mismo predio,
en una pequeña casilla de madera, sin ningún tipo de servicio y que, con el
poco dinero que percibía, debía proveerse de lo necesario para vivir,
padeciendo malos tratos verbales de los imputados, quienes también habrían
ejercido un estricto control sobre sus movimientos, y en varias oportunidades
le habrían indicado que no saliera de la finca.
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