- 13 de julio de 2021
Un testigo relató hoy el secuestro de sus padres durante la última dictadura cívico militar y las golpizas sufridas por parte de su tío apropiador, situaciones que aún hoy le ocasionan "terrores nocturnos y el temor" de revivir esas situaciones traumática
Se trata de
Esteban Badell Acosta, quien declaró hoy ante el Tribunal Oral Federal 1 de La
Plata que juzga a 17 represores, entre ellos, Miguel Etchecolatz, por los
secuestros, torturas y crímenes cometidos en los centros clandestinos de
detención de Pozo de Banfield, el Pozo de Quilmes y El Infierno, en Lanús,
contra casi 500 víctimas, durante la última dictadura militar.
Esteban
tenía nueve años cuando la noche del 28 de septiembre de 1976 irrumpió un grupo
de tareas a la vivienda de la localidad platense de City Bell, donde vivía
junto a sus padres Esteban Benito Badell y María Eliana Acosta, de nacionalidad
chilena; y su hermana Paula, de siete años.
Ambos niños
dormían cuando hombres vestidos de civil y armados ingresaron a su dormitorio y
les apuntaron con ametralladoras, mientras le exigían a su padre la entrega de
armas.
"Oímos
que le decían a mi mamá que se cambie la ropa y se los llevan. Escuchamos los
portazos de los autos. Mi hermana y yo quedamos con una señora que se había
quedado esa noche a dormir en casa y que al día siguiente nos llevó a casa de
un tío, llamado Tadeo Rojas, que era policía como mi papá y vivía a cinco
cuadras", contó Badell.
Esteban y
su hermana le contaron a este tío lo ocurrido y, según recordó: "Este tipo
ni se inmutó. Desde ese día nos quedamos en esa casa, con su mujer, que era hermana
de mi papá, y mis primos".
El hombre
relató que el mismo día que secuestraron a sus padres también habían raptado a
otro hermano de su papá, Julio Badell -también policía- cuyo cuerpo fue
arrojado días después desde el tercer piso de la Jefatura de la Policía de La
Plata.
"Después
nos entregaron el cuerpo de mi papá, que supimos murió en la tortura en el Pozo
de Arana y durante su velatorio este tío apropiador se quebró y frente al cajón
dijo: 'Estos hijos de puta me cagaron, me prometieron que me lo iban a entregar
vivo a Esteban´, pero se dio cuenta lo que estaba diciendo y la mujer lo sacó
de ahí", relató.
Días
después, Esteban le pidió a un primo que lo acompañe a la casa de sus padres
donde sorprendió a su tío y otros familiares repartiéndose muebles y quemando
libros.
"Sólo
pude rescatar El Principito que también lo iban a quemar... Y ahí me di cuenta
que no iba a volver a ver a mi madre", recordó quebrándose en llanto.
Rojas
decidió mudarse con su familia y sus dos sobrinos a la casa donde había
ocurrido el secuestro, lo que le provocó en Esteban un shock traumático, pesadillas
y alucinaciones.
"Veía
que los muebles crecían y se me tiraban encima, o me despertaba rodeado de sombras
y gritando. La primera vez que sucedió esto me retaron, las siguientes veces me
golpearon, él (su tío) decía que el mejor psicólogo era un palo", revivió.
Esteban
Badell detalló que este tío amenazó al abuelo materno que desde Chile reclamaba
a los hijos de Maria Eliana e incluso cuando este hombre vino al país a ver a
los niños, lo amenazó advirtiéndole que también desaparecería.
En casa de
este tío, Esteban y su hermana Paula eran maltratados, humillados, no se les
permitía cenar con la familia, les daban comida vieja, y durante dos años los
hicieron dormir debajo de una mesa sobre unas frazadas.
"Nos
pegaban con palos, correas, zapatos y con la mano y se fue generando una
dinámica familiar de que éramos poca cosa, como que éramos de segunda clase y
todos los integrantes de la familia sentían el derecho de pegarnos",
sostuvo.
Entre
quienes lo golpeaban estaba un primo que "me ahorcaba hasta que me
desvanecía" y la esposa de Rojas, su tía paterna, quien cada vez que los
golpeaba aludía a su cuñada, la madre de los niños, a quien llamaba "puta
subversiva" y parecía atribuirle ser la causante de lo que ocurrió con su
hermano.
Esteban
pudo reconstruir que su madre estuvo en el Pozo de Quilmes, donde fue
asesinada, según consta en un certificado de defunción firmado por Jorge Berges
uno de los imputados de este juicio.
Recién en
1986, la familia materna logró recuperarlos y desde esa fecha ambos hermanos
viven en Chile.
"Hasta
el día de hoy no duermo bien porque tengo sensibilidad nocturna exacerbada, me
despierto 3 o 4 veces, oigo que se acercan autos y hasta que no verifico que siguen
de largo no me puedo dormir. No soy de hacer amigos, soy desconfiado, no me se
vincular y si bien me encanta la Argentina, me gusta la gente, no puedo vivir
allá porque el terror me gana", contó.
Explicó con
pesar que cuando ha venido al país de visita "camino viendo si me siguen,
si tengo que tomar subte, me bajo a la mitad de camino y tomo otro, para
despistar porque siento que me siguen, es algo irracional pero no lo puedo
evitar".
El TOF 1, integrado por Walter Venditti, Esteban Rodríguez Eggers y Ricardo Basilico, también oyó el testimonio de Paula Badell quien pidió no se transmita el mismo y luego pasó a un cuarto intermedio hasta el próximo 3 de agosto.
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